Estoy convencido de que "Torrente 5. Operación Eurovegas" va a tener muchos más espectadores y va a recaudar muchísimo más dinero que "La isla mínima". Pero también tengo claro que dentro de unos años la película de Santiago Segura habrá sido condenada a un merecido ostracismo (cinematográfico, que sociológicamente tal vez sea objeto de estudio durante varios siglos) mientras que la de Alberto Rodríguez figurará, por derecho, en un lugar destacado de la historia del cine español. Son el yin y el yan.

Santiago Segura junto a la ¿actriz? Anna Simón
Se supone que "Torrente 5" es una comedia y que su único objetivo es hacer reír. Pues en mi caso no lo ha conseguido ni una sola vez. Y cualquiera que haya leído mis comentarios sobre anteriores entregas de la saga, podrá comprobar que no tengo nada contra ella y que, incluso, la primera y la cuarta parte me parecen hasta aceptables... aunque la segunda y la tercera las considero aberrantes.
Pero es que en esta ocasión la cosa es de vergüenza ajena. El guion no existe, se limita a ser un mero esqueleto anoréxico del que colgar lugares comunes de la serie, en busca de la complicidad del espectador (lo de las pajillas, oiga, ya cansa un poquito), y, entre medias, a hacer chistes escatológicos y de mal gusto (lo del "segoviano", que no voy a explicar, roza el rizo de la aberración). Por si eso fuera poco, las escenas de acción, en las que se nota que el presupuesto no daba para mucho más, están rodadas de aquella manera, como si fueran una práctica de estudiante de primero de algo, no tengo muy claro si de Cine.
Y la obsesión de Segura por descubrir a nuevos talentos de la interpretación aquí pincha en hueso. Anna Simón y Angy son famosas gracias a la televisión, vaya usted a saber por qué, pero eso no significa que tengan ninguna capacidad como actrices, que, definitivamente, no la tienen. Jesulín de Ubrique es tan inexpresivo como histriónico y extravagante resultaba en las plazas de toros. Y de Falete como oscuro objeto del deseo, mejor no hablamos.
Resumiendo: "Torrente 5. Operación Eurovegas" es una pésima película y, lo que es peor, una aburridísima película.

Raúl Arévalo, Javier Gutiérrez y las marismas del Guadalquivir en "La isla mínima"
En el lado opuesto, "La isla mínima", una excepcional película (de momento, la segunda mejor del año, sólo por detrás de "Boyhood") a la que podríamos definir como un thriller de autor. Cine de género en estado puro, con una memorable pareja de protagonistas-antagonistas, un fantástico retrato de la España rural de principios de los 80 y la creación de una atmósfera opresiva y desasosegante, aunque la mayor parte del filme se desarrolla en exteriores, en ese dramático paisaje (que diría algún cursi) que conforman las marismas del Guadalquivir.
Y, al mismo tiempo, un certero y profundo análisis del periodo histórico en el que se ubica, esa convulsa Transición en las que las dos Españas (representada cada una por uno de los personajes principales) se enfrentaban ferozmente cara a cara, sin posibilidad de reconciliación. Un poco, salvando las distancias, lo mismo que contaba esa otra maestra que era "La caza", de Carlos Saura.
De remate, visualmente la película es perfecta, con una fotografía insuperable que combina el tono sombrío de la historia con la exuberancia de la naturaleza. Y el reparto al completo está en estado de gracia, desde los dos actores principales, Raúl Arévalo y un sorprendente Javier Gutiérrez, hasta el último secundario, pasando por el gran Antonio de la Torre, Jesús Carroza o el nuevo galán del cine español, Jesús Castro.
Resumiendo: una fascinante obra de arte.
Como ya he dicho muchas veces, el cine español no es un género en sí mismo sino que hay películas españolas buenas y películas españolas malas. Y "Torrente 5" y "La isla mínima" son el paradigmas de las unas y de las otras. El yin y el yan.